Serán los protagonistas de las Olimpiadas de Río de Janeiro. Tanto, que seguro consiguen eclipsar a la propia anfitriona que este viernes abrirá la esperada competición. Son diez, no son del mismo país, algunos ni tan siquiera del mismo continente, pero sí que tienen algo en común: son refugiados.
Los últimos conflictos bélicos en la República Democrática del Congo, en Sudán de Sur o en Siria han provocado que millones de vidas, de almas, tengan que huir de sus casas y buscar un lugar en el que sentirse seguros. Un lugar en el que no temer por se alcanzados por una bomba. Una huída que viene acompañada por la determinación de ‘refugiado’. Sin embargo, detrás de cada uno de esos ‘refugiados’, también hay nombres, también hay historias y, sobre todo, también hay sueños.
Este es el caso de estos diez deportistas de élite que este viernes representan a miles de personas que, como ellos, un día abandonaron sus hogares y se fueron en busca de una vida mejor. Muchos de ellos se quedaron en el camino.
«The Refugee Nation»
Se trata de la primera vez en la historia que un equipo de diez refugiados compite en unos Juegos Olímpicos. Y, en parte, es gracias a Amnistía Internacional, quien ha promovido el proyecto.
James, Yiech, Anjelina, Paulo, Ramis, Yolande, Yusra, Rose, Popole y Yonas, desfilarán con la bandera olímpica inmediatamente después de la anfitriona Brasil en la Ceremonia de Inauguración de este viernes.
Cinco atletas de Sudán del Sur, dos de Siria, dos de la República Democrática del Congo y uno de Etiopía. Seis atletas, dos judokas y dos nadadores que llegan a Río, sin equipo, sin hogar y sin himno, pero sí con una bandera. La bandera más solidaria que jamás ha habido en una competición similar. Será naranja y negra y simbolizará la unión de todos aquellos que han tenido que marcharse de su país movidos por la supervivencia. Una bandera que recordará al chaleco salvavidas que alguno de ellos ha tenido que usar para conseguir el sueño que hoy empieza.
Diez vidas, diez historias
Detrás de cada uno de estos diez luchadores se esconden diez grandes historias de supervivencia:
Yiech Pur Biel (atletismo, Sudán del Sur): Tiene solo 21 pero ya hace once años que huyó de su país y se instaló en un campo de refugiados de Kenia, donde entrenó incluso sin zapatos. Ahora, correrá los 800 metros para «demostrar a los refugiados que hay oportunidades y esperanza en la vida».
James Nyang Chiengjiek (atletismo, Sudán del Sur): Tiene 28 años sin embargo, poco recuerda de su país natal ya que tuvo que abandonarlo cuando solo era un niño para evitar ser reclutado por los rebeldes como niño soldado. Fue en Kenia donde comenzó la historia de este olímpico que hoy solo sueña con ser una motivación para el resto de refugiados.
Anjelina Nadai Lohalith (atletismo, Sudán del Sur): Tiene 21 años y lleva 15 sin saber nada de sus padres sin embargo, no ha perdido la esperanza de que estén vivos y poder «construirles una casa». Quince años desde que tuvo que huir a Kenia evitando morir en una guerra. Ahora, competirá en la prueba de 1.500 metros lisos.
Ramis Anis (natación, Siria): «La natación es mi vida y la piscina es mi hogar», así describe este joven de 25 años su verdadera pasión. Sin embargo, a sus espaldas pesa una larga historia. Debido a la guerra, sus padres decidieron mandarlo a Estambul donde comenzó a entrenar. Pero, como no tenía la nacionalidad nunca pudo competir. Algo que no impidió que Ramis huyera a occidente y persiguiera su sueño, que ahora se hace realidad.
Yolande Makiba (judo, Congo): A sus 28 años ya sabe lo que es sufrir. Primero, una guerra le separó de su familia cuando solo era una niña. En 2013 llegó a Río para competir en el Mundial de judo y se quedó allí donde fue víctima de los abusos de su entrenador. Hoy vuelve a probar suerte queriendo ser un «ejemplo para todo el mundo». Además, la joven espera que su familia la vea y pueda volver a reunirse con ellos.
Yusra Mardini (natación, Siria): Es la más joven de este solidario equipo. A sus 18 años participará en los 200 metros estilo libre. Pese a su corta edad, Yursa sabe lo que es sentir que la muerte te pisa los talones. Escapó de sus país en patera rumbo a Grecia, pero su barca volcó y tuvo que ir nadando hasta legar a tierra. Sin embargo, Yusra no se conformó con llegar a Lesbos y luchó por viajar hasta Berlín, donde empezó a entrenar.
Rose Nathike Lokonyen (atletismo, Sudán del Sur): No hace ni un año que corría sin zapatillas en el campo de refugiados. Fue su propio talento natural el que hizo que los entrenadores se fijaran en el y lo llevaran a Nairobi donde se ha entrenado para conseguir su objetivo en estos Juegos Olímpicos de Río donde correrá los 800 metros lisos.
Yonas Kinde (maratón, Etiopía): A sus 36 años asegura que no entrenaba todos los días hasta que se enteró de la existencia de un equipo de refugiados para los JJOO. Huyó de su país hace años pero prefiere no recordar los motivos que le llevaron a hacerlo. Taxista de profesión, será uno de los representantes del equipo de refugiados.
Popole Misenga (judo, Congo): Nació hace 24 años en la República Democrática del Congo, donde tuvo que pasar ocho días escondido en el bosque después de huir de la guerra. Ahora, competirá en judo en la categoría de peso medio. «Si mi familia me ve en la televisión, que alguien les de mi número o lo que necesiten. Solo quiero volver a hablar con mi padre y mis hermanos algún día (…) Yo represento a todo el mundo. Voy a conseguir una medalla para todos los refugiados».
Diez historias que sirven para dar voz a miles de almas que siguen luchando por evitar oír el sonido de las bombas cada día.